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Intervención de Idoia Mendia en el 25º aniversario de la convergencia del PSE-EE

Egun on guztioi. Egun on alderdikide eta lagun guztiok. Egun on ezkerraren familia handia.

Buenos días. Y bienvenidos a todos y todas las que habéis querido compartir esta fiesta de la izquierda vasca. Porque de eso trata este acto de hoy: de recordar uno de los hitos en que esa izquierda tomó una decisión que ayudó a orientar la política de Euskadi. Esa izquierda que es la corriente política de mayor arraigo en esta tierra, la que más tiempo lleva ofreciendo respuestas a la ciudadanía vasca y que en su largo siglo de historia ha ido sumando esfuerzos, sumando compromisos, sumando siglas. Y lo ha venido haciendo con un único afán: ganar derechos para el conjunto de la ciudadanía.

Hemos estado escuchando a quienes vivieron aquel proceso en primera persona. Mikel y Ramón nos han recordado las dificultades que vivieron, y las oportunidades que supieron aprovechar. Con ellos, en sus recuerdos y sus palabras, los imprescindibles que hoy no nos pueden acompañar: Txiki y Mario. No lo pueden ver, pero aquí están porque aquí está la Euskadi en la que pensaban entonces: la Euskadi libre de amenazas en el momento de mayor sosiego, progreso y cohesión social que haya conocido hasta ahora esta tierra. La transformación más provechosa que haya tenido este país.

Hauxe da gure Euskadi! Hauxe da eraiki nahi genuen euskal gizartea!

Sí. Porque si esto es posible es gracias a la decisión valiente de quienes dejaron atrás desconfianzas y suspicacias para unir fuerzas en una causa compartida. Lo hicieron conscientes de la realidad de esta sociedad. De su gran pluralidad de sentimientos e identidades. Del empuje de una juventud que irrumpía con nuevas inquietudes, con ganas de encaramarse a la modernidad de la Europa en la que acabábamos de ingresar.

Con ganas de superar las grandes conquistas sociales que habían logrado sus mayores tras salir de la dictadura. Con la voluntad de conquistar definitivamente la libertad. Con la voluntad de apostar juntos por un proyecto de izquierdas, autonomista y vasquista, para conseguir el apoyo de la ciudadanía y gobernar Euskadi.

Una realidad que supieron ver quienes tomaron la decisión de la convergencia, de quienes ya se ha hablado, y de otros muchos que no se citan pero que participaron con la misma visión de la Euskadi real: euskadikos, comunistas, ecologistas, cristianos de base…

Y de entre todos esos protagonistas quiero recordar hoy expresamente a Víctor Urrutia. Uno de los mayores conocedores de esas pulsiones que laten en los barrios y ciudades. Un intérprete de las corrientes de fondo en los comportamientos sociales. Un convencido de la necesidad de acompasar en las políticas públicas la diversidad y la igualdad, el progreso y la cohesión, el análisis y el acuerdo. Una de las grandes aportaciones de la convergencia al compromiso socialista vasco.

Cuando cumplimos un cuarto de siglo juntos no puede evitarse la mirada a los años que no supimos sumar. Y ya se ha contado suficiente sobre lo que ocurrió cuando actuábamos en paralelo. Lo que nos parece relevante es la razón que llevó al encuentro. Y podemos personalizarlas, con permiso de los demás actores y actrices del proceso, en Benegas y Onaindia.

Si hay algo en lo que se les puede reconocer es en que ambos eran militantes de la libertad. Y en que a ambos les unía la misma patria: aquella que hace un país de iguales, una sociedad más justa y un proyecto de convivencia entre diferentes. Asumir la igualdad como meta. Asumir la solidaridad como garantía. Asumir la pluralidad para gestionarla. Eso es la izquierda, es lo que ambos simbolizaban, es la Euskadi que anhelaban.

Juan Mari Bandrés explicó en su momento que la convergencia significaba el encuentro entre los socialistas vascos y los vascos socialistas. Y es verdad, porque supuso franquear, en ambas direcciones, la barrera que nos había separado en los quince años anteriores, la de la identidad. Y franquear esa barrera era el primer paso para levantarla definitivamente, para que la primera definición de ciudadanía no fuera la del sentimiento, sino la de aceptar una democracia con iguales reglas para todos y todas.

Superar esa trinchera que nos había distanciado entre las izquierdas no sólo era un avance para las fuerzas de progreso. Fue un trampolín para que esta sociedad dejara atrás definitivamente la enorme y dolorosa trinchera cavada por el terrorismo. La trinchera que superamos, a pesar de que eso le costara la vida a demasiados compañeros. A pesar de ETA, a pesar de todo, y gracias a quienes trabajaron por este proyecto aun a costa de su propia vida, hemos conseguido conquistar la paz y la libertad.

Eso Mario no alcanzó a vivirlo, pero lo que estamos disfrutando desde el 20 de octubre de 2011 se lo debemos entre otros a quienes, como él, supieron hacer transitar a una parte de nuestra sociedad de la violencia a la democracia.

A quienes, como él, supieron ofrecer una vía política para encauzar las inquietudes sociales, de forma pacífica y acordando con el diferente. Pero aquella convergencia fue más. Fue una visión de país, una mirada de largo plazo. Fue una modernización del proyecto progresista para transformar la sociedad. Fue la forma en la que el socialismo tradicional asumía como propias las nuevas formas de expresarse de una sociedad pujante. Una sociedad de un perfil joven, activo, preparado, exigente con sus derechos, exigente con sus instituciones, defensora de su autogobierno.

Savia nueva para el histórico proyecto socialista, que sirvió para afrontar el nuevo tiempo que habría de llegar y que pudimos protagonizar: el de liderar el país. El que permitió en las circunstancias más complicadas hacer frente a una crisis feroz y hacer frente a un terrorismo atroz. El que permitió domar la creciente desigualdad, el que consiguió hacer desistir a ETA.

El que abrió la puerta al nuevo tiempo de entendimiento, pluralidad, estabilidad y libertad para diseñar la Euskadi del siglo XXI. El nuevo tiempo abierto por el primer Gobierno socialista de Euskadi, el Gobierno del Lehendakari Patxi López, el que por fin pudo poner en marcha la Euskadi diseñada en la convergencia.

Elkartasun hori arrakastatsua izan zen. Bai. Bertan proposatu ziren printzipio guztiak ezarri direlako. Bertan pentsatu zen herria, gaur hemen dugulako. Eta Euskadi modernizatu genuen. Eta ikuspegia ireki genuen. Ezberdinen arteko gizarte bat eraiki. Eta terroristak garaitu genituen. Hainbeste desiratu genuen askatasuna behingoz lortu genuen. Eta hori guztia, orain dela hogeita bost urte lantzen hasi ginen ametsari esker izan da. Zuei esker izan da.

Este 2018 se lo debemos a los visionarios. A los políticos de altura. A los hombres y mujeres que supieron entender su sociedad mirando más lejos de lo que ofrece una encuesta electoral. A quienes sabían que en aquel Congreso de 1993 se sumaban algo más que siglas. Que lo que se sumaban eran voluntades de progreso y libertad para fortalecer la Euskadi social. La Euskadi para todas y todos.

Lo sé bien. Fue en ese momento cuando también llamé a la puerta de este partido. Donde consideré que cabíamos todos los que como yo veníamos de experiencias diferentes, de vivencias diferentes, de mundos diferentes y que en este proyecto renovado encontrábamos un lugar que compartir.

Con los milicianos, con los sindicalistas, con las asociaciones vecinales, con el movimiento feminista y el ecologista, con los pacifistas, con los activistas del euskera. Llamé a esa puerta y allí vi que cabían todos, que cabíamos todos. Que era el lugar donde cada protesta se tenía que transformar en una respuesta. Que era el Partido decidido a ofrecer certidumbre cuando la duda y la inseguridad atenaza a la ciudadanía. Que era el espacio que sabe preparar el futuro gestionando el presente y manteniendo vivo su pasado.

Este Partido Socialista que tengo la responsabilidad de encabezar es posible gracias a aquella lucidez que tuvieron quienes lideraron la convergencia. El proyecto de izquierda útil, a la que se le reconoce no por hacer patrias, sino por hacer ciudadanos y ciudadanas más iguales. La izquierda que influye desde los gobiernos, como en otras épocas lo hizo desde la oposición.

Elkargune honetan denok sartzen gara. Denok aurkitu gaitezke. Eta zenbat eta gehiago batu, hainbat eta indartsuagoak izango gara. Zenbat eta handiago izan elkargune hau, hainbat eta sendoagoa izango da euskal gizartea. Hainbat eta osasuntsuagoa. Hainbat eta solidarioagoa. Hainbat eta libreagoa.

Hori da gure xedea. Ezkertiar guztiak batu, Euskadi sozial eta progresista eraikitzeko.

Vivimos tiempos de acoso y derribo de los derechos que tanto costó conquistar. Comprobamos que la gran crisis de la última década ha dejado un saldo incluso más grave que el aumento de la desigualdad. Vemos claros intentos de desmantelar uno a uno los grandes pilares del Estado del Bienestar. De desmantelar las bases en las que se sustenta la democracia.

Es tan evidente que nuestros mayores, aquellos y aquellas que hace años tuvieron que salir a las calles para reivindicar sus derechos, hoy tienen que volver a hacerlo para impedir el derribo del sistema público de pensiones. Vaya nuestro nuevo reconocimiento a esta generación ejemplar que, una vez más, mira el presente y no pierde la vista de quienes vienen detrás. Nuestro reconocimiento y nuestro acompañamiento. Porque hoy el socialismo está de nuevo en las calles junto a ellos y ellas. Y porque hoy de nuevo el socialismo propone respuestas a sus demandas. No vamos a dejarles solos.

Porque cuando vemos esto, si hay algo que sorprende es la desunión de las izquierdas, de quienes comparten valores y principios aunque discrepen en ritmos y métodos. Este acto de hoy debe servirnos también como reflexión de lo que hicimos mal en el pasado.

Y lo que se hizo mal fue dividirnos entre las fuerzas de progreso, porque eso fortaleció a la derecha. Lo que hicimos bien fue entender que la socialdemocracia es la que siempre ha tenido las respuestas para abordar la justicia social, la lucha contra la desigualdad, la solidaridad y la libertad.

Ahora deberemos abrirnos a respuestas distintas. Pero sumando fuerzas, sumando energías, sumando voluntades entre los que queremos caminar en una misma dirección. Y la de este Partido está bien orientada: avanzar en la Euskadi social que progresa de forma cohesionada y que afronta el futuro de la mano de los movimientos sociales y sindicales.

El diseño de este espacio compartido fue el que se dibujó en la convergencia del Partido Socialista de Euskadi y Euskadiko Ezkerra. El espacio común en el que todos los progresistas nos podemos encontrar. Cuantas más fuerzas sumemos, mejor será el futuro de Euskadi. Cuanto más grande sea ese espacio común de la izquierda, mayores garantías tendrá este futuro. Y este reto es el que nos marcamos en el último Congreso que celebramos en otoño.

Un Congreso en el que recordé una reflexión de Mario Onaindia pocos meses antes de dejarnos y que quiero trasladar a este acto. Decía Mario que el Socialismo Vasco es la esperanza de esos miles de vascos que, a pesar de todo, siguen confiando que Euskadi es un pueblo normal. Que pertenece a España y a Europa. Y que junto con otros pueblos debe crear un mundo en paz y en libertad. Ésa es la Euskadi por la que trabajaron quienes protagonizaron el encuentro de las izquierdas vascas.

Es la Euskadi en la que trabaja este Partido veinticinco años después. ¡La que queremos que puedan consolidar quienes nos sigan! ¡La Euskadi de progreso y cohesionada! ¡La Euskadi de hombres y mujeres libres para decidir sobre su vida, con iguales derechos! ¡E iguales oportunidades!

¡La sociedad mestiza y plural! ¡La moderna e inclusiva! La Euskadi que se pensó con la convergencia. En la que pensamos en la izquierda vasca del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra.

Y como decíamos en 1993, repetimos hoy

Gora Euskadiko Alderdi Sozialista! Gora Euskadiko Ezkerra!